
Abriendo la ventana,
a solas contemplo,
la luz que se convierte en día
amanezco,
y miro de reojo la cocina,
observo los platos dispuestos en la mesa,
como bailarinas
yo pregunto nuevamente,
¿soy mujer o madre, o sólo un espejismo?
vacía me siento como el vaso limpio,
Soy de frágil cristal pero frío,
acomodo de nuevo el mantel,
sacudo el delantal, me arreglo el pelo
suspiro hondamente,
como si, en este aire que me invade,
tomara fuerza y equilibrio
¡Buenos días! -dije-
¡arriba niños, el desayuno esta listo!
amor no olvides, hay que pagar...
aquel que amé,
con locura adolescente,
hoy ya no es mío,
y aquellos,
frutos de mi vientre,
apenas me recuerdan vagamente
que una vez mi piel gritaba,
y mi cuerpo estremecido sin pudor,
creaba mundos de alternos paraísos
a mis ojos,
una lágrima asomó,
es la única humedad,
que hoy me pertenece