Hace algunos años cursaba el primer grado de la escuela secundaria…. En mi salón había 50 niñas, llevábamos alrededor de 13 materias, nuestros maestros eran los decanos de una generación antigua… tenían métodos muy estrictos de formación pedagógica, eran de la generación que decía “la letra con sangre entra“, un verdadero choque generacional...
Cuando el maestro entraba, el salón enmudecía… había una clase en particular que a todas nos llamaba la atención… Español, era por nuestra maestra… una dama en toda la extensión de la palabra, sus modales finos, su arreglo personal sencillo pero elegante… el garbo se imponía, era muy exigente en la presentación de sus trabajos, un color para el título, otro para las preguntas, uno más para el texto… y ningún error, borrón o tachadura…
Un día empezó a notar algo en mí… ¡que no puedo quedarme callada ante una duda!…así comencé a levantar la mano… y a sus explicaciones, siempre me surgía una pregunta más… mis compañeras… querían salir de la clase huyendo… lo que se repetía con frecuencia… hasta que en una ocasión a alguna se le ocurrió, hacer un huumm! de fastidio (¿les suena conocido?) las agresiones siguieron, siempre veladas, escondidas las agitadoras, y yo con mi necesidad de saber, aguantando sus criticas, por lo bajito… a tras mano, unas veces más sonoro el rechazo, otras más descarado… algunos días era tanto que llegando a mi casa lloraba… pero la escuela era lo mío…
Un día nos encargo, realizar un ejercicio de escritura y exposición individual…dejándonos en libertad de escoger una fábula, y decir su moraleja… Yo escogí la de los cangrejos, que dice así:
“En la frontera había un pescador, que al río iba a atrapar cangrejos, siempre llevaba una lata con tapa y otra lata destapada, tenía mucho cuidado de meterlos en la lata adecuada, según el lado que los atrapara…
Los que sacaba del lado Mexicano, a la lata sin tapa, los del lado Americano a la lata con tapa… un curioso, que lo observaba hacía rato, se le acerco y le pregunto ¿por que hacia esa diferencia?, si de todos eran cangrejos… a lo que le explicó.
-“Es simple los cangrejos de aquel lado del río se suben uno encima del otro para formar una escalera, cuando ya están arriba ayudan a los de abajo hasta que el último sale, por eso les pongo tapa”- extrañado el curioso le cuestionó de nuevo.. –“Entonces los de sin tapa se te van a escapar…”- el pescador sin mirarle, se sonrió y le contestó…-“No compadre déjalos, esos nunca se escapan, cuando ven que uno sube, los otros lo jalan y se encargan de hacerlo caer…”
La maestra me miró fijamente, yo le pedí permiso para decir la moraleja de mi fábula, ella, con una carita de aprobación, que nunca olvidaré, me dijo con la voz emocionada, siga señorita García López…a los pocos siseos… le siguió el silencio, ya todas sabían, que faltaba algo más, se sentía en el ambiente…respiré hondo… y aunque mi estomago tenia una sensación de vacío continué… cerré la libreta donde había escrito la moraleja, y dejé que hablara mi corazón, diciendo…
“compañeras, antes que nada pido una disculpa si en algo las he ofendido, y si por mis constantes dudas, he provocado los sonidos que en muchas clases siento a mis espaldas,
Todas estamos cansadas, ustedes y yo… pero en este día vengo a hablarles del valor cívico… de ese que debemos de tener cuando algo no nos gusta o nos molesta
Yo puedo comprender que estar en el salón tantas horas seguidas, sea aburrido pero como yo lo veo es nuestro único deber… bastante tenemos con ser mujeres y haber logrado entrar a esta escuela… (Dos grupos de mujeres por tres de varones, para sacar ficha y presentar examen de admisión, requerían un mínimo de 9.5)
No quiero ser una alumna calienta asiento, no quiero ser cangrejo de la lata sin tapa, aquí estoy para apoyarnos, para empujarnos hacia arriba, hasta que todas salgamos de la lata… no me gustan sus burlas, ni los ruidos a mis espaldas… si alguien tiene algo que decirme, le pido que se levante y aquí de frente me lo diga, quizás no este de acuerdo… pero defenderé su derecho a expresarse, sin críticas”
Cuando terminé la maestra, se levanto de su asiento… y me dio un aplauso, a ese le siguieron otros… mis compañeras, muchas lloraron, solo una se levantó y subió conmigo a la tarima… ella reconoció que fue divertido… pero que comprendía que se necesitaba mucho para pararse frente a todas… y decir lo que yo me había atrevido, ese fue mi mejor regalo y mi mayor reconocimiento.
Desde ese momento me pedía que fuéramos amigas… yo le abracé fuertemente
Y le dije, lo somos… solo que, no nos habíamos encontrado…
3 años pasaron volando, cada una hizo su vida, yo como ven sigo escribiendo, y cuestionando, y por eso reitero como ciudadana Mexicana, no quiero ser, un cangrejo de la lata sin tapa.
Díganme ustedes ¿cuantas veces ante alguien a quien consideramos con mayor capacidad que la nuestra, en vez de apoyarle y reconocerle lo criticamos?, ¿cuantas veces en lugar, de enfrentar nuestra, necesidad de saber más, dejamos que las burlas o los señalamientos nos cansen, o nos hagan desistir?, ¿cuantas veces entre todos, hemos hecho que un genio, tenga que salir del país para que sea reconocido, y después nos asusta que no quieran venir a servir a su México?
Sucede, todos los días, en las artes… en los deportes… en la cultura… en nuestra propia vida, porque nos dejamos engañar...por el que dirán, pero yo les digo, “No somos cangrejos de la lata sin tapa… no más” apoyémonos, digamos estoy contigo… cuentas conmigo, vamos juntos en el mismo camino… somos humanos… y sobre todo reconozcamos el valor que tienen, los que se levantan por nosotros, y defienden nuestro derecho a pensar diferente…